Algunos tejidos no pueden lavarse en agua, porque se encogerían o perderían su color y es necesario lavarlos en seco. Esto ocurre, por ejemplo, con los tejidos de lana, seda, satén o terciopelo.
En la limpieza en seco se utiliza un “disolvente” en lugar de agua. Los disolventes que se emplean actualmente son sintéticos y tras disolver las grasas, aceites y demás suciedades del tejido, se evaporan con facilidad.
Las instalaciones de limpieza en seco cuentan con unas maquinas limpiadoras muy parecidas a las lavadoras domésticas, aunque no utilizan agua sino disolvente. A medida que la máquina da vueltas, el disolvente impregna los tejidos. A continuación, pasa por un filtro donde es purificado y vuelve a la maquina para ser usado de nuevo, pues los disolventes son bien caros.
El disolvente se mezcla con un detergente que ayuda a desprender la suciedad para que se vaya flotando. Las prendas de vestir giran suavemente dentro de esta mezcla hasta que toda la suciedad queda eliminada. Acto seguido, se enjuagan con disolvente limpio. Durante el enjuague no se emplea detergente.
Después, la maquina hace girar la ropa a gran velocidad hasta que expulsa casi todo el disolvente. Un secador de aire caliente, por fin, termina de evaporar los restos de disolvente.
Tras el secado, la ropa pasa a un “supervisor” cuya misión consiste en eliminar cualquier mancha que pueda quedar. Para ello, primero debe averiguar de qué es la mancha y qué producto es capaz de limpiarla. Además, el supervisor también comprueba el tejido para asegurarse de que no desteñirá. El siguiente paso del proceso es el planchado, que suele hacerse a maquina, aunque a veces se emplea una plancha manual para acabar de “retocar” los vestidos.
Desde cuando existe la limpieza en seco?
La primera instalación de limpieza en seco de todo el mundo se inauguró en París en 1845. Sin embargo, ya hacía tiempo que se utilizaban disolventes en vez de agua para limpiar ciertos tejidos.
El primer disolvente utilizado para limpiar fue probablemente la trementina, que ya se menciona en libros escritos en 1690.
Las primeras máquinas dedicadas al lavado de grandes cantidades de ropa sucia desempeñaban hasta ocho operaciones distintas, los procedimientos resultaban demasiado caros para que su uso se extendiera a la economía familiar y necesitaban de instalaciones adecuadas, igualmente costosas. En primer lugar, se separaba la ropa en varios grupos atendiendo a su forma y grado de suciedad. A continuación se ponía en remojo para disolver las sustancias solubles en agua.
Para hacer solubles las sustancias grasas y colorantes se hacía la colada: mezcla en lejía alcalina de sosa o potasa a temperatura de 100°C.
Para eliminar el color amarillo debido a la lejía se enjabonaba la ropa. Después se exponía la ropa a los rayos del sol para eliminar las sustancias colorantes que se resistían los pasos anteriores. El aclarado eliminaba el jabón soluble, la presión quitaba gran parte del agua y la desecación el resto de humedad.
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