¿Sabías que el cuerpo humano está compuesto de agua en un 60% más o menos? Si se pudiera exprimir una persona tal y como se exprime un limón, se obtendrían más de 40 litros de agua.Esta agua, que es diferente del agua ordinaria debido a las sustancias que contiene, es indispensable para la vida del cuerpo.
En el interior de los vasos sanguíneos encontramos unos cuatro litros que el corazón mantiene circulando constantemente. El agua de la sangre riega todas las células del organismo en un continuo fluir. Además, el agua sirve también para distribuir el calor por todo el cuerpo.
¿De dónde obtenemos agua?
Aunque no bebas ni un vaso de agua durante todo un día, los alimentos sólidos que tomas ya te proporcionan alrededor de un litro. En efecto, cuando comes frutas, verduras, pan y carne están introduciendo agua en el cuerpo, pues estos productos llevan de un 30 a un 90 por ciento de agua. Por lo demás, cada persona suele ingerir diariamente un promedio de dos litros de agua en forma de líquidos.
En el trascurso de un día el organismo desplaza unos diez litros de agua de unos órganos a otros. Cuando masticas algo y te lo tragas, por ejemplo, estás tragando también cierta cantidad de saliva procedente de las glándulas salivales. Inmediatamente después, dichas glándulas recuperan el agua así perdida gracias a la aportación de los vasos sanguíneos. Mientras tanto, el agua que te has tragado pasa al estómago y a los intestinos, de donde va nuevamente a la sangre.
La cantidad de agua que hay en la sangre es siempre la misma. Aunque es probable que después de realizar un esfuerzo en un día caluroso te sientas completamente “seco” tus vasos sanguíneos contienen igual cantidad de agua que antes. Lo mismo sucede en el caso contrario: por más agua que bebas, la sangre seguirá teniendo igual cantidad.
¿Qué ocurre con el agua sobrante?
Sencillamente el cuerpo la almacena en distintos lugares, tales como los intestinos, el hígado, los músculos y los riñones.
¿Toda el agua es saludable?
Uno de los problemas más importantes de la salud pública es la calidad del agua potable. Hay que vigilar que no contenga ninguna sustancia que pueda dañar nuestro organismo. La mayoría de sustancias inorgánicas contenidas en el agua no son nocivas, al contrario, generalmente son beneficiosas y suministran la cantidad necesaria de componentes minerales.
Las sustancias más peligrosas para el cuerpo humano son las orgánicas, como las bacterias que causan las epidemias de tifus y de cólera. Las aguas que pueden contener sustancias nocivas se purifican antes de consumirse mediante métodos químicos. Muchos manantiales de procedencia subterránea no necesitan ningún tratamiento especial para beberse. Pero otras que procedan de manantiales más superficiales, como ríos, etc., han de sufrir algunos tratamientos previos al consumo.
Para purificar el agua y convertirla en potable, se siguen básicamente tres procesos:
El primer proceso, sedimenta las partículas más finas
El segundo proceso, se filtra el agua para depurarla de los microorganismos
El tercer proceso, se le añaden unas pequeñas cantidades de productos que eliminan las bacterias, especialmente cloro.
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