▷¿Porqué Sudamos?

Persona Sudando
Podríamos decir que el cuerpo humano es un horno permanente. El alimento que ingerimos es el combustible que el cuerpo quema. En este proceso, el organismo utiliza unas 2,500 calorías diarias.

Estas calorías representan una buena cantidad de calor, suficiente para llevar 25 litros de agua a su punto de ebullición. ¿Qué sucede con todo ese calor producido en el cuerpo humano? Desde luego, si no existiera algún control de temperatura del organismo, este sería sin duda un auténtico horno. Sin embargo, todos sabemos que esta temperatura es estable (menos cuando estamos enfermos) y que siempre está en unos 36.5°C aproximadamente.

La transpiración, es decir, el sudor, es uno de los medios a disposición de nuestro organismo para mantener estable su temperatura interna. En realidad, esta temperatura interna está regulada por el denominado “centro de control de la temperatura” situado en el cerebro. Este centro de control consta de tres partes: el centro de calentamiento, el centro de control y el centro de enfriamiento.

Supongamos que, por cualquier razón, la temperatura del cuerpo desciende. En ese momento, comienza a trabajar el centro de calentamiento, lo que provoca que ciertas glándulas especiales segreguen más sustancias químicas para quemar, que los músculos y el hígado utilicen más combustible y que la temperatura empiece a subir casi de inmediato.

Supongamos ahora que la temperatura interna del organismo se eleve por alguna razón. El centro de enfriamiento comienza a actuar y se hace más lento el proceso de combustión. Además, sucede otro hecho importante: los capilares de la piel se dilatan, es decir, se abren, para que el calor sobrante pueda salir del organismo. Esta dilatación ayuda también a que el sudor se evapore.

Cuando el cuerpo comienza a calentarse, ya sea debido a ejercicio, a trabajo o a la temperatura exterior, el cerebro reacciona liberando sudor de los más de 2,5 millones de glándulas ecrinas(estas son un tipo de glándula que produce sudor) que se extienden por casi todo el cuerpo, vertiendo líquido a través de los poros para reducir la temperatura corporal. 

Cuando el líquido se evapora, se lleva parte del calor. Por ejemplo, tras un baño, sentimos frío porque el agua que permanece en contacto con nuestra piel caliente se evapora rápidamente y nos enfría. Así pues, el sudor es parte del proceso de enfriamiento del cuerpo.

El sudor es como una ducha que limpia el cuerpo desde dentro. El líquido que forma el sudor escapa a través de unas aberturas microscópicas de la piel denominadas poros. Existen por millones y dan lugar a minúsculas gotas. Estas gotas se evaporan rápidamente y enfrían el cuerpo cuando es necesario.

Las glándulas sudoríparas que regulan la acidez de las segregaciones de sudor cumplen un papel de prevención y de defensa de las infecciones, pues con el sudor se expulsan las toxinas.
Glandulas Sudoríparas
El sudor además participa de forma importante en la termorregulación, ya que cuando se evapora, la temperatura de nuestro cuerpo desciende.

Las glándulas sudoríparas están distribuidas con regularidad por toda la superficie de la piel, pero en determinadas zonas abundan más. La frente, las palmas de las manos y las plantas de los pies son las zonas de la piel en que son más numerosas. Según el clima y en especial la temperatura del lugar en que se vive, la cantidad de glándulas varía. En climas moderados y templados, la media de un hombre es de unos dos millones y medio.

El descenso de la temperatura del cuerpo depende también de la diferencia entre la temperatura del cuerpo y la humedad del medio ambiente.

La función termorreguladora llevada a cabo por la piel se debe a que la sangre (que riega toda la superficie) conduce el calor del interior del organismo hasta sus capas más superficiales, donde se expulsa mediante el sudor.

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