¿Qué Es Una Vacuna?

Vacunación en Brazo

Los organismos vivos como el ser humano poseen la capacidad de resistir y vencer las infecciones. A este poder se le denomina “inmunidad”.

A menudo, hay que ayudar al cuerpo a conseguir esta inmunidad. En el caso de muchas enfermedades producidas por virus, dicha inmunidad se crea cuando la persona padece la enfermedad y se recupera. La viruela, el sarampión y la varicela, por ejemplo, proporcionan al cuerpo una inmunidad permanente, es decir que, una vez se ha padecido una de tales enfermedades, nunca más se vuelve a tenerla.

En otras enfermedades, como la gripe, pueden sucederse los ataques, después de cierto tiempo de bienestar. En tal caso, puede provocarse artificialmente la inmunidad, inyectando en el cuerpo un virus al que se haya debilitado lo suficiente. Entonces, la persona sólo padece ligeramente la enfermedad y al recuperarse, permanece inmune durante un lapso de tiempo variable. A esta inyección o inoculación de virus debilitados se la denomina “vacunación”.

¿En qué consiste una vacuna?

Una vacuna consiste, pues, en organismos de una enfermedad a los que se ha desposeído de su capacidad maligna y que producen la inmunización mediante la formulación de anticuerpos. Estos son producidos por el propio cuerpo y neutralizan la acción de los virus. La vacuna sirve para estimular al cuerpo a que los fabrique.

La historia del desarrollo de vacunas abarca un período de tiempo relativamente corto en comparación con la historia de la civilización humana. Sin embargo, se han logrado avances monumentales en el campo de las vacunas en el esfuerzo por combatir las enfermedades infecciosas. Estos avances han llevado a una reducción, y en un caso la erradicación completa, de la carga de algunas enfermedades infecciosas del mundo.

La inmunización implica la inducción (o administración) de anticuerpos y otros mecanismos naturales de defensa para proteger contra patógenos específicos. Hay dos tipos de inmunización, activa y pasiva.

La inmunización activa implica la administración de un agente patógeno modificado, o un componente de un patógeno, para estimular los mecanismos inmunes del receptor para producir una protección duradera sin causar las manifestaciones clínicas u otras consecuencias de la enfermedad.

Se emplean tres tipos principales de preparaciones para producir inmunidad activa; la primera consiste en vacunas hechas de patógenos o componentes enteros, inactivados (matados) de un patógeno. Los ejemplos de vacunas enteras inactivadas incluyen vacunas contra la tos ferina, vacunas antigripales y la vacuna contra el poliovirus de Salk.

Los toxoides son el segundo tipo preparación. Las vacunas contra la difteria y el tétanos son buenos ejemplos. Las toxoides son toxinas que han sido tratadas por medios físicos o químicos hasta que ya no producen enfermedades clínicas, pero conservan la capacidad de inducir inmunidad.

Las vacunas infecciosas atenuadas son del tercer tipo. Las vacunas contra el virus en este grupo se derivan del organismo invasor después de que haya tratado repetidas veces en el laboratorio; sigue siendo infeccioso para el hombre, pero pierde la capacidad de inducir enfermedades clínicas. Algunos ejemplos son la vacuna oral contra el poliovirus y las vacunas contra el sarampión, las paperas, la rubéola y la fiebre amarilla. Otros ejemplos de este tipo de vacuna contienen organismos o agentes vivos que están relacionados pero diferentes de las especies que causan la enfermedad. Estas vacunas producen inmunidad de "reacción cruzada". Algunos ejemplos son la vacuna contra el virus de la vacuna por la vacuna contra la vacuna contra la viruela, que se utiliza en algunos países para la inmunización contra la tuberculosis.

La inmunización pasiva se logra mediante la transferencia de anticuerpos contra una enfermedad dada de una persona inmune o animal a un individuo no inmune, generalmente mediante inyección de suero o algún extracto de suero parcialmente purificado.

La vacuna puede conseguirse infectando a algún animal con la enfermedad y aislando el virus. Este proceso se repite hasta que el virus está tan debilitado que es incapaz de provocar la enfermedad en el hombre, aunque sí es capaz de inmunizarlo. También puede obtenerse vacunas partiendo de grandes cantidades de virus “muertos” o inactivos. Cuando se inocula en el hombre una gran cantidad de esta vacuna, se estimula al organismo a que produzca anticuerpos que luchen contra la enfermedad. Con este método se han fabricado las vacunas contra la enfermedad del sueño y contra la gripe.

En otras ocasiones, se logra la inmunización inyectando un virus activo en la piel; en tal caso, la inmunidad se crea porque dicho virus acaba entrando, de un modo u otro, en el organismo humano.

Louis Pasteur (1822-1895) realizó gran número de investigaciones en el campo de la química y de la biología por cuya importancia se convirtió en uno de los hombres de ciencia más extraordinarios del siglo XIX. 

Louis Pasteur
Louis Pasteur

Concluyó sus estudios de química en la escuela normal superior a los 24 años, sin embargo continuó en la escuela otros dos años para investigar la estructura de los cristales y descubrió el ácido tartárico y sus sales. Demostró con métodos científicos, tras diversas investigaciones iniciadas en 1860, que la generación espontánea de la vida no existe. Estudió cuestiones trascendentes sobre las fermentaciones y sobre la enfermedad del carbunco, que atribuyó a un microbio y consiguió por primera vez una vacuna para neutralizarla.

Introdujo las bases de la asepsia, de la antisepsia y de la esterilización cuya importancia para la cirugía ha sido fundamental. Si toda esta serie de descubrimientos eran ya notables, la curación en 1885 del joven Joseph Meister, mordido por un perro rabioso, aumentó el prestigio de Pasteur en todo el mundo.

En 1888 se fundó el “instituto Pasteur” que aún hoy, prosigue con igual prestigio las tareas que se propuso su fundador.

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