Hoy en día, cuando surge una pregunta respecto a algún fenómeno natural, siempre se espera que la ciencia tenga prevista una respuesta definitiva. Sin embargo, antiguamente, la gente inventaba leyendas para explicar esos fenómenos. La leyenda de los griegos respecto al eco es muy interesante.
Había una vez una adorable ninfa llamada Eco que sólo tenía un defecto: era demasiado charlatana. Para castigarla, la diosa Hera le prohibió hablar si antes no le dirigían la palabra y en tal caso sólo contestar con las mismas palabras que le habían dirigido.
Un día, Eco vió a un hermoso joven llamado Narciso, del que se enamoró inmediatamente. Sin embargo, Narciso no le correspondió, por lo que Eco languideció hasta no quedar de ella más que la voz, y es esa voz la que se escucha cuando hablas y tus palabras se repiten en el aire.
Esta triste leyenda no explica científicamente el eco. Para comprender el fenómeno, debe conocerse algo acerca del sonido. Este viaja en el aire a una velocidad de 370 metros por segundo. Se desplaza por medio de ondas, muy semejantes a las que produce un guijarro arrojado a un lago. Las ondas se esparcen en todas direcciones a partir del punto en que se producen, igual que la luz de una lámpara eléctrica.
Cuando el sonido encuentra un obstáculo a su paso, puede reflejarse, del mismo modo que lo hacen las ondas luminosas. Cuando se produce esta reflexión del sonido, puede oírse el eco. Así, pues, el eco es un sonido repetido por reflexión.
El eco es la repetición de un sonido causada por la reflexión de las ondas sonoras sobre una superficie. El eco es audible si las ondas sonoras, tras chocar contra la superficie reflectora, retornan por la misma trayectoria y si además el intervalo de tiempo entre la producción del sonido y su eco es lo suficientemente grande para ser apreciado por el oído humano.
Sin embargo, no todos los obstáculos producen eco. Hay objetos que absorben el sonido, es decir, no lo reflejan. En tal caso, no existe ningún eco. Sin embargo, habitualmente, las superficies regulares como muros, acantilados o montañas producen un eco considerable.
En las regiones montañosas y en las cavernas se encuentran formaciones naturales, productoras de eco y lo mismo ocurre en muchos patios interiores y calles bordeadas por grandes edificios.
El eco sonoro se utiliza en inventos tan eficaces como el sonar y el radar.
El eco sonar es un instrumento para medir la profundidad de los mares. Las ondas transmitidas por el agua son reenviadas desde el fondo del mar en forma de ecos. Teniendo en cuenta que el sonido siempre viaja por el agua a la misma velocidad, ésta se puede calcular midiendo el tiempo transcurrido entre la transmisión de una onda sonora y la recepción de su eco.
En la naturaleza, los murciélagos aprovechan el eco del sonido a través del aire para orientarse y ciertas anguilas usan el eco de la energía electromagnética al explorar bajo el agua.
Había una vez una adorable ninfa llamada Eco que sólo tenía un defecto: era demasiado charlatana. Para castigarla, la diosa Hera le prohibió hablar si antes no le dirigían la palabra y en tal caso sólo contestar con las mismas palabras que le habían dirigido.
Un día, Eco vió a un hermoso joven llamado Narciso, del que se enamoró inmediatamente. Sin embargo, Narciso no le correspondió, por lo que Eco languideció hasta no quedar de ella más que la voz, y es esa voz la que se escucha cuando hablas y tus palabras se repiten en el aire.
Esta triste leyenda no explica científicamente el eco. Para comprender el fenómeno, debe conocerse algo acerca del sonido. Este viaja en el aire a una velocidad de 370 metros por segundo. Se desplaza por medio de ondas, muy semejantes a las que produce un guijarro arrojado a un lago. Las ondas se esparcen en todas direcciones a partir del punto en que se producen, igual que la luz de una lámpara eléctrica.
Cuando el sonido encuentra un obstáculo a su paso, puede reflejarse, del mismo modo que lo hacen las ondas luminosas. Cuando se produce esta reflexión del sonido, puede oírse el eco. Así, pues, el eco es un sonido repetido por reflexión.
El eco es la repetición de un sonido causada por la reflexión de las ondas sonoras sobre una superficie. El eco es audible si las ondas sonoras, tras chocar contra la superficie reflectora, retornan por la misma trayectoria y si además el intervalo de tiempo entre la producción del sonido y su eco es lo suficientemente grande para ser apreciado por el oído humano.
Sin embargo, no todos los obstáculos producen eco. Hay objetos que absorben el sonido, es decir, no lo reflejan. En tal caso, no existe ningún eco. Sin embargo, habitualmente, las superficies regulares como muros, acantilados o montañas producen un eco considerable.
En las regiones montañosas y en las cavernas se encuentran formaciones naturales, productoras de eco y lo mismo ocurre en muchos patios interiores y calles bordeadas por grandes edificios.
El eco sonoro se utiliza en inventos tan eficaces como el sonar y el radar.
El eco sonar es un instrumento para medir la profundidad de los mares. Las ondas transmitidas por el agua son reenviadas desde el fondo del mar en forma de ecos. Teniendo en cuenta que el sonido siempre viaja por el agua a la misma velocidad, ésta se puede calcular midiendo el tiempo transcurrido entre la transmisión de una onda sonora y la recepción de su eco.
En la naturaleza, los murciélagos aprovechan el eco del sonido a través del aire para orientarse y ciertas anguilas usan el eco de la energía electromagnética al explorar bajo el agua.
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